domingo, 27 de noviembre de 2011

EN LA CUADRA

Quede con mi Ama en pasar un puente en su finca de campo. Para mi no es fácil conseguir algunos días para hacer un pequeño viaje, por mi trabajo. Esto lo sabia mi Dueña, así que cuando le comunique que el próximo puente estaba a su disposición, sus ojos brillaron y una sonrisa se dibujo en su rostro. Me dijo la forma de llegar y la orden de que cuando llegara seria recibido por una criada, que la obedeciera, que era una criada y no una esclavo como era yo. Terminé mi primer día del viaje en un camastro, desnudo con una máscara, y con un cinturón de castidad que mantenía un pulg en el interior de mi ano. Eso es lo que me hizo la criada, por orden de mi Ama, a la que yo esperaba y deseaba, pero esa primera noche no la vi. Lo siguiente es lo que me aconteció.

Profunda y relajadamente dormía cuando esa hija de ..., de criada, o de lo que fuera, me despertó con un fustazo, me acorde de sus muertos y ...., con la sana intención de pegarle un puñetazo en la cara. Consciente ya retomé mi situación de esclavo, asumí mi rol, pensando ¿qué hace mi Ama? ¿Dónde está?, Pero algo supe rápido, esta cabrona está a cargo y más me vale obedecer.

Su voz sonó seca diciéndome "perra, levanta y ve a la ducha", le seguí y llegamos. Pensé ¿esto es una ducha?, Un cuarto sin nada, solo un desagüe en el suelo. Entré, se me olvidó, ya totalmente desnudo, e inmediatamente la cabrona con una manguera de agua a presión empezó a castigarme. Me tiró un estropajo de esparto y una pastilla de jabón para que me frotara el cuerpo duramente. Una vez enjabonado me ordenó que me doblara y tocara con mis dedos los pies. Sentí como introducía la manguera en mi culo y el agua entraba en mi interior, lógico cuando no cabía más salía acompañada mis excrementos. Así me mantuvo hasta que se aseguró que estaba limpio por fuera y por dentro. Obligándome después a una depilación exhaustiva de todo el cuerpo.

Una vez seco, me puso de nuevo el collar, el cinturón de castidad con su correspondiente pene, arneses en muñecas y tobillos y un tensor que de la parte trasera de mi collar, lo enganchó al cinturón. Esto me obligaba a estar mas derecho que una vela y tener curvada mi espalda hacia atrás.

Me tuvo toda la mañana, ordenándome hacer de todo; limpiar el polvo, llevar cosas de aquí para allá, pelar patatas, etc., todo esto recibiendo de vez en cuando un fustazo. Esa hija de ..., disfrutaba al máximo torturándome. Bueno tengo que decir que me hacía sentir completamente excitado, pero yo deseaba que fuera mi ama que me obligara a hacerlo.

Ya sobre el medio día, me liberó de todos los arreos, como descansé llegue a pensar que empezaba a tenerme consideración, que equivocado estaba. Me llevó a mi celda, había una mesa y como no, una banqueta con un falo en el centro. Me obligó a sentarme sobre el terrible falo, el cual cuanto más me sentaba, mas me dolía. Una vez sentado me puso un plato que diría yo que sería un puré, podía ser cualquier cosa. En mis pensamientos me dije esta hija de ...., podrá ser una ama dura pero cocinar una mierda.

Se acercó a mi diciéndome "come ahora pues tardarás en volver en ingerir algo". Eso hice, tenía hambre y comprendí que tendría razón, de todas forma yo tengo buena boca.

Una vez comí me llevó a una habitación en el sótano en la cual yo no había estado. Nada mas entrar comprobé que estaba llena de aparatos de tortura, se me encogió el ombligo, había de todo, potro, banco de estiramiento, ruedas, grandes y pequeñas, y algo que me dejó helado, un brasero con patas y carbón apagado en su interior, que contenía un hierro que supuse era para marcar esclavos.

Me obligó a subirme en el banco de estiramiento y sacó de un cubo con agua cuatro correas, atándome con cada una de ellas los pies al final del banco, las muñecas a un torno delantero. Empezó a darle vueltas al torno hasta que me dejó bien estirado, pero bajo mi asombro, no ejerció mucha presión.

Vi como se ponía unos guantes de latex y se acercó por detrás, ya no la veía pero noté como lubricaba mi boquete. Introdujo primero dos dedos, los sacó y me engrasó mas, después tres dedos, imaginé lo que pretendía. Siguió lubricando mi interior hasta que noté como entraba su puño, por mucho lubricante lancé un grito de dolor y estuve a punto de perder el conocimiento. La hija de la gran ..., no se inmutó siguió hurgando en mi interior y empecé a notar como se me ponía erecta, tocaba por dentro y tenía sensación de correrme que estaba haciendo, yo estaba entre asustada y gozosa. Cuando notó mi placer sacó el puño y me dejó.

Se despidió de mi diciendo "espero que descanses, te espera una noche muy larga, me voy tengo cosas que hacer, yo descansé, pero antes de irse comentó "no pienses que no te he estirado lo suficiente, las correas que te sujetan son de una piel que mojada dan mucho de sí, conforme se vallan secando se encogerán mucho, entonces verás como tiran, cuando venga seguro que has crecido dos centímetros".

Me quedé dormido estaba dolorido y cansado pero creo que no pasó mucho hasta que sentí como poco a poco, muy lentamente mis brazos y piernas empezaban a sentir como las correas tiraban de mis extremidades. Minuto a minuto la presión era mayor, el dolor cada vez se hacía más intenso, el sudor cubría mi cuerpo y empezaba a sentir el crujir de mis huesos. Siempre tuve miedo de que en una sesión, mi ama se sobrepasara y me causara daños irreparables, me consolaba diciéndome que serían gente experta y que sabían lo que hacía, pero solo en el potro y sufriendo tal estiramiento empezaba a dudar.

No se cuanto tiempo estuve, entre el dolor, el miedo y el placer hasta que por fin llegó la puta sirvienta, me desató ordenándome bajara del banco, no podía mis piernas no respondían hasta que logré ponerme en pié, me miró y dijo "seguro que has crecido dos centímetros.

Me llevó de nuevo a la ducha y cuando me sequé me dio un aceite para que me untara en todo el cuerpo, me puso el collar, los arreos de manos y pies colgándome de la cadena que había en el techo. Estirado nuevamente esperé hasta que apareció con unos pantalones cortos muy cortos, al menos pensaba dos tallas menos de la mía y pensé, esta tía ni sabe cocina ni sabe medir, donde coño me va a poner esos pantalones.

De cerca y cuando vi los pantaloncitos observé que en su interior tenían un falo de grandes dimensiones y en vez de cremallera tenía un cordón para ajustarlos. Los introdujo por los pies y empezó a ajustarlos introduciendo el pene en mi culo, forzando su subida. A pesar de mi escepticismo aquello cedía e iba ajustándose a mi cuerpo, una vez llegó a la cintura el pene estaba totalmente en mi interior y comenzó a tirar de los cordones cerrando y apretando a extremo mi cintura. Una vez ajustados, las nalgas del culo sobresalían con una sexualidad increíble, si me movía el falo causaba estragos y excitación en mi interior.

De esa guisa me llevó al amplio comedor de la casa, en el centro, una gran mesa preparada para varios comensales, a cada lado de la sala había dos columnas separadas una de otra a mas de cuatro metros. Me llevó a un extremo sujetándome las muñecas a cada columna, lo mismo que los tobillos, con las famosas correas mojadas. Sacó una prensa que consistía en dos palos delgados unidos por dos tornillos.

Cogiendo una de las anillas de mis pezones tiró causándome un dolor insoportable, puso un extremo de la prensa lo mas adentro posible de forma que el pezón sobresalía de la prensa y empezó a apretar el tornillo hasta conseguir que el pezón se hinchara como un globo. Mis gritos no la inmutaban y siguió la operación con el otro pezón. La prensa era más ancha que la separación natural de mis pezones por lo que no solamente los apretaba, además los separaba causando mas dolor aún.

Así preparado me puso un bozal en la boca para que no chillara y me dijo "los comensales vendrán dentro de poco pórtate bien".

Acto seguido trajo a otro esclavo, como yo, no sabía que en la cuadra había alguien mas, le sometió al mismo tratamiento, y mientras que llegaban los comensales, nos observábamos de un extremo a otro las dos putas preparadas para los amos.

Antes de llegar los amos, las correas empezaron a tirar de mis articulaciones, el peso de mi cuerpo se sumaba a la tensión de las correas. Cuanto más estirada estaba, mas presión hacía la prensa que apretaban mis pezones y más se ajustaban los pantalones clavando el falo en mi interior. Poco a poco notaba como mis pezones se deslizaban por entre la prensa, como si pasaran por un rulo antiguo de secar ropa, pero sabia que en cuanto llegaran a las argollas estas no pasarían, como así ocurrió. Mis pezones estaban muy sensibles, hacia poco tiempo de que me pusieran las argollas, el dolor me hacía olvidar los calambres de los brazos. En esto entró en el comedor la puta criada quien al darse cuenta de que mis pezones intentaban salirse, apretó mas la prensa para evitarlo. Me revolví lo que pude, no podía gritar por el bozal, intentaba soltarme y solo lograba ocasionar mas dolor a los brazos y piernas. Ella adivinó mi intención y gritó "como te sigas moviendo cojo la fusta y te azoto los pezones, con que tu sabrás", sabiendo que era muy capaz me calmé y esperé a que el dolor fuera remitiendo.

Pasando un rato llegaron mi amo con un traje negro impecable y la dómina que me puso las argollas en los pezones, con botas de tacón de aguja que le cubrían las rodillas y un traje muy corto con amplio escote y gran espalda por detrás de cuero rojo, muy sensual y provocativo. Nada mas entrar nos observó y con una de las muchas fustas que había en una mesita empezó a castigar al otro esclavo quien se retorcía de dolor, sin emitir ni un gruñido. Después se vino hacia mí, sabía mi punto débil, dirigió sus castigos a mis pezones, yo si grité lo que pude, me retorcí y las lágrimas recorrían mi cara, después me azotó las nalgas con golpes cortos, se rió y me dejó.

Mi amo observaba gustoso se le veía excitado, fue entonces cuando ordenó a su criada que trajera los grilletes, ¿para quien será?, pensé. Nada mas entrar de nuevo la criada, mi amo con una fusta larga en la mano asestó un golpe a la dómina en las nalgas, la criada le ató las manos y enganchó los grilletes a una cadena que colgaba del techo y que yo no me había dado cuenta de que estaba. Luego empezó a girar de un torno en la pared y la tal domina se convirtió en la tercera esclava.

Una vez colgada desnudó a la nueva esclava quien mostró su genitales, sorpresa con un cuerpo total de mujer pero con una polla como la mía, colgó pesas de las argollas de sus pezones y mientras la criada sé dedicaba a castigarla con todo tipo de golpes, mi amo se puso a comer.

A media comida la criada nos soltó de las columnas, nos quitó la prensa de los pezones y los pantalones cortos, quedamos muy aliviados, pero duró poco, nos llevó donde estaba la dómina colgada y nos ató junto a ella, empezó a girar el torno hasta que las tres quedamos colgadas. Con una cuerda nos ató los huevos y los fue uniendo unos a otros, si yo me movía tiraba de los demás y así sucesivamente. Con gran placer sé dedicó el resto de la comida a darnos fustazos por todo el cuerpo.

El postre fue cuando soltaron a la domina quedando nosotros colgados y mi amo se dedicó a acariciarla, darle besos y medio tumbada sobre la mesa se la folló delante nuestra, primero con suavidad y después con gran furia, mientras la besaba, acariciaba sus pechos, le comía los pezones y todo el cuerpo introducía y sacaba su miembro del interior de la dómina-esclava. Con una furia increíble mi amo, desnudo, mostrando un cuerpo atlético, fuerte, moreno y un falo increíble no parecía tener fin en dar placer hasta que por fin, sacó su pene y un rio de leche calló por los pechos de su esclava.

Mi amo nos soltó y obligó a limpiar con nuestra lengua el cuerpo de su esclava de toda la leche vertida y a lamer cada marca que habían dejado las fustas. La dómina se dejó acariciar por nuestras lenguas hasta que de una bofetada nos alejó de su cuerpo.

Mi papel estaba claro, era la perra de la domina-esclava de mi amo, pero no me importaba el placer que me aportaban los castigos era lo que yo estaba buscando.

 

martes, 1 de noviembre de 2011

MERY HORROR


Había estado trabajando hasta tarde y decidió tomar un atajo a través de su casa el parque local. No había andado mucho cuando alguien la llamaba por su nombre, que sonaba muy parecido a la voz de Jill, su compañera de piso. Miró a su alrededor y de repente estaba cubierta con algo pesado, como una manta. Noto que la agarraban por la cintura e izaban. Al mismo tiempo, sus piernas fueron agarradas con un férreo control. La manta ahogó sus gritos y la metieron a empujones en una furgoneta. Tan pronto cerraron la puerta, la camioneta se alejó, a un ritmo pausado, para no llamar la atención. Un hombre la sujetó rápidamente a un lado del vehículo con una cuerda dando vueltas por su cintura, y sus brazos se elevaron por encima de la cabeza y por las muñecas al techo de la camioneta, solo los tobillos quedaron libres. Una vez que estaba atada, le pusieron una mordaza de bola que fue empujada violentamente en su boca.

A pesar de que estaba aterrorizada echo un vistazo y vio que había otras cinco chicas, todas tan bien atadas a los lados de la camioneta. Había dos hombres en la parte trasera de la camioneta y supuso que otro hombre conducía. Lo primero que penso fue en que iban a ser violadas. Su segundo pensamiento, que inmediatamente hubiera deseado no pensarlo, fue que las que pudimos ver a nuestros secuestradores tendrían que matarnos después. Pudo ver que las otras
chicas parecían tan asustadas como ella. Los hombres no dijeron nada.

La camioneta circulo durante unos treinta minutos y cuando la camioneta se desvío por un camino, pudo ver que el conductor era otro hombre. Se apearon del vehículo y las dejaron atadas, entraron en un edificio. Ella y las chicas trataban de liberarme, pero resultó imposible. Después de varios minutos los hombres volvieron, las liberaron de ataduras y las llevaron dentro edificio. Entraron en una habitación que estaba a la derecha del hall. Las arrojaron sin miramientos en el suelo a medida que fueron traídas. Cuando las seis chicas estaban dentro de la casa, las pusieron un collar de cuero en el cuello. Tenia una correa que ataron a unas argollas que había en la pared. Estaban a una altura, que las mujeres, solo podían estar de rodillas mirando hacia la pared o medio sentadas apoyando la espalda. Una vez atadas, los hombres se fueron. En todo el tiempo que estuvieron con las mujeres, no pronunciaron una sola palabra.

Las chicas hicieron vanos intentos para liberarse, cuando la puerta se abrió y entró una mujer alta. Era muy hermosa a pesar de que ya no cumpliría los 40 años, con el pelo negro azabache largo y llevaba un top negro que dejaba ver su liso vientre, una falda negra a medio muslo, guantes largos por encima del codo también negros, medias de rejilla negras con zapatos de charol negro y tacón de aguja. En una mano llevaba una fusta, pero era lo que estaba en la otra mano que hizo suspirar a las secuestradas. Llevaba una correa que se dividía en otras tres correas que estaban enganchadas en los collares que llevaban los hombres que nos habían secuestrado, que caminaban a 4 patas como si fueran perros. Estaban completamente desnudos, excepto por un cinturón de castidad que encerraba sus pollas,. Mery estaba como un conejo asustado hipnotizada por una serpiente al acecho. Ella no podía apartar la mirada.

La voz de la mujer resonó alta y clara: "Bienvenidas señoras, bienvenidas. Puedo decir que es un placer para mi tenerlas aquí, Por desgracia, no será un placer para ustedes."

"Me presento, soy Alice. Tengo este establecimiento, junto con estos, y otros esclavos. Por supuesto, ustedes se estarán preguntando por qué están aquí? Mi negocio es la cría de ponis humanos, es decir, lo que este mundillo se llama pony girls o pony boys, prepararlos, educarlos, capacitarlos en un alto nivel y luego venderlos en una subasta.

Lo primero que tenemos que hacer es quitarles la ropa, ya que no tendrán necesidad de ellas nunca más.

Liberó a sus esclavos y entrego unas tijeras de costura cada uno y se procedió a cortar la ropa de las chicas. Una vez que los restos de la ropa habían sido sacados de la estancia, la dueña de la hípica se dirigió de nuevo a las secuestradas. "Vosotras habéis sido seleccionadas para ser pony gilrs, después de un cuidado estudio de vuestras características físicas y costumbres. Se casi todo sobre vosotras, gustos, deportes que practicáis, etc. etc. El programa de formación que tenemos aquí es riguroso y duro, muy duro. Seréis castigadas si no os esforzáis en aprender, si no ponéis interés y por las infracciones de todas y cada una de las reglas. También seréis castigadas simplemente porque nos gusta castigar.

Ahora os presentare a los cirujanos y técnicos que va a realizar algunos cambios en vuestros cuerpos.
Mery dio un grito ahogado por la mordaza, penso que seguramente Alice no podía hablar en serio, ya que no se puede operar a las personas sin su consentimiento. En ese preciso momento dos personas, un hombre y una mujer, entró por la puerta. El hombre estaba en la cincuentena, un poco calvo y llevaba gruesas gafas con montura de pasta que le daba sus ojos una mirada de lechuza. La mujer era más joven, alrededor de cuarenta años, tenía el pelo oscuro que lo recogía en un moño, que también llevaba gafas, pero de un estilo moderno. Fueron presentados como la profesora y el cirujano. La señora dijo que la profesora era una científica especializada en genética, una de las figuras más destacadas en su campo y el cirujano era muy respetado, especializado en otorrinolaringologia y que trabajan en equipo.

El primero en hablar fue el cirujano, "Hola chicas, estoy aquí para contarles algo sobre la operación que se les realizara por la mañana. Es sencilla, en unos 20 minutos se realiza, se una anestesia local. Consiste en una manipulación de las cuerdas vocales para que no podáis hablar. Los caballos relinchan y vosotras sois yeguas, por lo tanto debéis relinchar. Os diré que es reversible por si el futuro comprador desea que podáis hablar, pero aquí solo relinchos.

La profesora se aclaro la garganta y sin ningún preámbulo, dijo, "entre los aficionados a los equinos humanos, las chicas yeguas deben ser lo mas parecidas a un caballo. Hemos llegado a una etapa en la que es posible dar ponys humanos casi como los reales, con crin, cola el incluso con algo parecido a cascos. Lo que se realizara mañana es una depilación completa con láser para que no tengan mas pelo que el necesario, así no tendréis que depilaras en un futuro. A continuación se llevara a cabo un injerto de vuestro propio pelo para que no haya problema de rechazo, en la zona final de espalda entre esta y las nalgas y así tendréis una bella cola como las yeguas. Después se procederá a modificar parte de los pies para adaptaros unos cascos artificiales de caballo, con mis estudios sobre genética y cirugía ortopédica he conseguido un método para lograrlo y sabemos que con éxito ya que no sois las primeras a las que se lo hemos practicado."

Miró a su alrededor sonriendo como si ella hubiera dicho que había ganado todas las loterías.

"Espero verlas a todas mañana".

Mery estaba horrorizada, era como si Frankenstein existiera en la realidad. Sin duda, penso, Jill había visto lo que sucedió y el secuestro y ahora estaría alertando a la policía.

Justo cuando pensaba que no podía ser peor la situación, Alice estaba hablando de nuevo. "Ahora, señoras, me gustaría que nos ayuden, estoy segura que lo van a hacer. Mis esclavos no han tenido una mujer desde hace más de seis meses y están desesperados por descargar sus llenos testículos, ya que incluso no pueden masturbase por el artilugio de castidad que llevan puesto. ¿Verdad que no les importa colaborar a su alivio?" Alice abrió los dispositivos de castidad y dejo sueltos a los esclavos con las chicas. Ciertamente tenía control sobre ellos, porque de inmediato fueron puestos en libertad a sus penes empinaron y comenzaron a correr hacia las mujeres. Pronunció una sola palabra "¡Stop!" Y los esclavos se detuvieron a la vez. "Tenéis que terminar en la medianoche, ¿esta claro? Podéis seguir adelante.

Las siguientes dos horas fueron un verdadero infierno, yo no sabía que los hombres pueden cumplir tantas veces en una noche. Mery perdió la cuenta de la cantidad de veces que se la follaron, por su coño y por su culo. Eso sí, ninguno se corrió dentro de ellas lo hacían sobre sus caras y tetas. A media noche se fueron. Trataron de descansar y dormir, Mery lo hizo a ratos y que fue casi un alivio cuando fueron llevadas para ser lavadas a la mañana siguiente.

No pasó mucho tiempo para que llegara Alice a la sala de baño, llena de alegría, para anunciar que antes ir a la sala de operaciones, pasarían por el centro de belleza para aplicarles un tratamiento de belleza.

El tratamiento consistía en una depilación completa por láser, con especial incidencia en el vello púbico y en el vello anal, siendo eliminado permanentemente. Acabada la depilación, procedieron a cortar las largas melenas, muy cerca de la base, dejando una franja el centro, como cresta, para que en futuro creciera y fuera la crin de las yeguas. A continuación fueron rasurados los cráneos y se les froto con una crema gel que su función era matar la raíz del pelo para que no creciera y que los laterales de la cabeza quedaran sin pelo permanentemente.

Las sentaron y fueron atadas al respaldo de las sillas, las piernas fueron separadas y atadas por los tobillos a las patas de la sillas para que sus labios vaginales quedaran lo mas abierto posibles. Una a una las fueron estirado los pezones, que fueron perforados por una anilla metálica, una vez que estaba insertada, era soldada, con cuidado de no quemarlas, El mismo procedimiento fue usado para anillar los clítoris de las infortunadas chicas. Las dejaron descasar cinco minutos pero en los oídos de Mery resonaban los gritos de sus compañeras y los suyos propios por el anillamiento.

Alice dijo: "Sólo queda una cosa más por hacer, y entonces todas podrán ir para sus operaciones."

Mery fue la primera en ser desatada y llevada a un banco plano, era un poco como camilla de un médico que se podía elevar de un extremo y bajar del otro lado. La pusierón boca abajo y la ataron con correas, una alrededor del cuello, otra por la espalda y la ultima por la cintura. Bajaron la sección móvil y sus piernas quedaron colgando, pero sus pies llegaban al suelo. Sus tobillos fueron atados a las patas de la mesa. Luego trajeron una pieza de madera, que por un tornillo podía subir o bajar, en la punta tenia una madera que a semejaba a un pene que fue introducido en su vagina. Luego dieron vuelta al tornillo sintió la presión del falso pene empujándola hacia arriba, sus nalgas y piernas quedaron tensas y estiradas. La única parte de su cuerpo que podía mover era la cabeza. Alice les dio otro discurso. Les dijo que los caballos llevaban la marca del rancho al que pertenecían. Por lo que sus propiedades llevaban su marca, en especial sus ponys girls y esclavos. Les informo que su marca de propiedad era una "SH" dentro de una herradura. También dijo que le encantaba el olor a carne quemada y oír los gritos de sus yeguas. En ese momento un brasero con ruedas con seis hierros al fue traído por un esclavo.

Mientras Mery estaba maldiciendo y jurando, seguía gritando cuando sin previo aviso, sintió un fuerte dolor en su nalga izquierda, y como el hierro se apretaba contra su carne, que olió a carne quemada. Su grito de agonía se hizo eco por toda la habitación, luego se le aplicó un apósito sobre la herida.

Cuando todas fueron marcadas, Alice dijo que iban a ser llevadas a la sala de operaciones. En este momento ni Mery ni ninguna estaban en condiciones idóneas para siquiera intentar luchar contra su destino. Las chicas fueron mansamente tras su dueña

Se las colocó en su correspondiente mesa de operaciones, atadas y les administro anestesia local. Cuando el cirujano les decía que abrieran boca, lo hicieron sin protestar. Una pinza se colocó dentro de sus bocas para mantenerla abierta y comenzó la operación. El procedimiento, en efecto, sólo tomar de unos quince minutos y no sintieron ninguna molestia - por primera vez desde que fueron llevadas al infierno.

Cuando termino el cirujano, la profesora se unió a la "fiesta" y lo primero que hizo fue anestesiarlas completamente para proceder a remodelación corporal.

Mery fue despertando poco a poco, tenia la garganta reseca y una sed tremenda. Trato de moverse, pero no pudo, solo ladear la cabeza, los brazos estaban atados. Un gemido escapó de su boca e inmediatamente una enfermera se acercó. "Hola" dijo. "Sé que tienes sed por otras pacientes a las que he atendido, te voy dar un poco de agua y si no la vomitas, te sentare". Le dio el agua y espero un poco. Mery no vomito por lo que la enfermera liberó de las correas mientras que le iba diciendo que la profesora estaba muy contenta con la forma en que su operación había salido. La sentó en la cama y le dijo si notas que te mareas túmbate y me llamas.

Fue entonces cuando me decidió a hacer un balance de lo que había sucedido a su cuerpo. Miró hacia atrás para ver una cola que brotan de la base de su columna. La toco, desde luego era el pelo de su cabeza. Se le saltaron las lagrimas. Miro a sus pies tenían una forma diferente, eran mas cortos (por que le habían quitado algunos huesos) y en lugar de dedos, vio una especie de casco (injertado, estaba echo de titanio, material que no da rechazo y el crecimiento celular termina por intégralo en los músculos), se estremeció Entonces se rompió su animo, comprendiendo que ya era una pony girls y relincha su angustia, junto con las otras pobres criaturas, que fueron secuestradas junto con ella.

Pasaron unos días Llegó el momento de probar los nuevos cascos. Con una enfermera a cada lado de las yeguas, dieron la vuelta a la sala hasta que estuvieron seguros de que podía mantener el equilibrio. Tan pronto como las enfermeras se convencieron de que podía caminar sin ayuda, las dejaron a su suerte.

Alice les visitó diciendo que tenía una buena noticia, que iban a descansar para el resto de la noche, sin recibir visitas de sus esclavos. Traía una pony con ella en correa. Mery pensó que tenía el pecho más enorme que había visto a una mujer, y a juzgar por la humedad de la areola que estaba debían estar cargados de leche. "Se trata de Ross", dijo a modo de introducción "os alimentareis de ella durante los próximos dos días". Dicho esto, la señora se fue.

Una de las enfermeras llevó a Ross y pusieron a dos de las yeguas de mamar de ella. Mery penso en negarse, pero igual no había otra comida y ni agua para beber, así que se lo pensó mejor. Debía tener una cantidad de leche ilimitada, ya que se les permitió tomar una buena ración. Esa noche descanso mejor.

A la mañana siguiente Ross fue traída y tomaron el desayuno. Pasaron los dos días en que se alimentaron con la leche de la pony y en los que solo fueron utilizadas por los esclavos de la dueña.

Alice se presento a las ponys y le dijo seguirme. Las yeguas fueron detrás de ella. Por primera vez desde su secuestro salieron de la casa. Después de un trecho llegaron a una construcción. La señora les dijo: "Estas son las cuadras. Desde hoy estos establos serán vuestro techo, estaréis con el resto de la yeguada". Después entro y las chicas detrás de ella. Había varios esclavos a los que no habían visto antes, todos desnudos y con el artilugio de castidad puesto. Era un rectángulo, con la entrada por el centro de un costado. A derecha e izquierda había cubiculos con paja en el suelo y alguna argolla en las paredes. Alice les dijo que en cada puerta esta el nombre, que buscasen el suyo y entraran en su nueva morada. Así lo hicieron.

Mery busco el suyo y entro, ya no pensaba nada sobre su destino, lo tenia claro, decidió hacerlo lo mejor posible para no ser castigada.

Paso un buen rato hasta que apareció su dueña con una fusta en la mano, iba acompañada por dos esclavos que portaban varios artilugios en sus manos. Le ofreció un terrón de azúcar, Mery fue a cogerlo con la mano. Alice retiro su brazo y le dijo que si los caballos usaban las manos para comer, mientras que la dio dos fustazos. Volvió a ofrecerle el dulce, pero puso la mano baja, por lo que Mery debió doblarse mucho para poder cogerlo con su lengua.

Uno de los esclavos comenzó a cariciarla, no sexualmente, si no como se hace con los animales, como para tranquilizarla, le acaricio la crin de su cabeza y la cola de sus nalgas, mientras que la decía cosas bonitas.

Después la puso una especie de caperuza en la cabeza, realmente era un arnés que llevaba incorporado un collar para el cuello. Luego le puso un freno en la boca, atado por detrás de la cabeza. Unas cinchas de cuero fueron puestas en el collar del cuello, bajando por el lateral de los pechos y dando la vuelta por las ingles, subieron por su espalda y fueron enganchadas en el collar. Puso otra cincha transversal por debajo del pecho, en la parte de atrás la pusieron una caja de la que salían cinco cables. Tres cables fueron conectados a los anillos de los pezones y clítoris. Los otros dos conductores tenían como consolador o dildo en los extremos, uno para ir en la vagina y el otro en el recto, sitios donde fueron introducidos.

Cuando todas las ponys estuvieron preparadas, les engancharon unas cinchas en el bocado, y fueron conducidas a la herrería. Alguna recordó el dolor de la marca del hierro candente, por lo que se resistieron a entrar. Sólo ante una sacudida de todos los terminales conectados a su cuerpo entraron. Mery se desplomo en el suelo por el dolor de descarga eléctrica. Recibió más sacudidas para que se incorporara. El dolor paro en el momento que se puso de pie.. Dentro de la fragua fueron atadas a los postes de enganche y por el calor que desprendía la fraguan, no dejaban de pensar en el momento de márcalas. Sus temores aumentaron cuando se dieron cuenta de que iban a ser herradas. Una tras otra fueron herradas, cuando llegó el turno de Mery la llevaron a un poste cerca del yunque. El herrero tenía dos herraduras en el horno, las saco y enfrío con agua antes de levantar una pierna de la yegua y mantenerla entre las suyas. Alineó el primer zapato y empezó a golpear los clavos. Mery comenzó a relinchar por miedo y angustia, pero en realidad no sintió nada.

Después de que el herraje comenzó el entrenamiento físico, las colocaron en una máquina de anclada en el suelo. Este consistía en un poste en posición vertical con seis radios que salen en ángulo recto. Estaban a la altura de la cintura. Los radios terminaban en unos tirantes, que se colocaron alrededor de la cintura y se apretaron. La máquina se puso en marcha. Pasaron dos horas enseñándoles como sé hacia el paso elevado. Cada vez que una de las chicas fallaba o hacia mal un paso, se les daba una descarga eléctrica. Eran azotadas por cualquier motivo y por ninguna razón en absoluto más que para apaciguar a la naturaleza sádica de los entrenadores.

Al final de las dos horas, las dieron un poco de agua. Esta era la rutina para el resto del día. Cuando finalmente fueron llevadas a los establos, resaltaban los tonos rojizos de los azotes y doloridas por todas de las descargas eléctricas, Les quitaron los arneses y cinchas, las lavaron y las llevaron a sus cuadras. Las dieron la comida, para poder llegar a ella, tenían que ponerse de rodillas, sacar la cabeza por un hueco y comer y beber. Luego apagaron las luces y quedaron dispuestas para dormir.

Mery recordó los sucesos del día y penso en que había varios grupos de yeguas, cada uno hacia un tipo de entrenamiento y se apreciaba diferentes grados de entrenamiento. Con estos pensamientos se quedó dormida.

Pasaron las semanas o quizás meses, no tenían forma de saberlo. De vez en cuando echaban en falta a un grupo de yeguas, al poco tiempo veían a un nuevo grupo, evidentemente eran vendidas. Pasaron de la máquina de caminar a estar enganchadas a un carro. Iban atadas a un camión, a veces despacio y otras veces muy rápido. Tenían mucho miedo siempre y cubiertas de polvo o barro, dependiendo de las condiciones meteorológicas. Las noches satisfaciendo a los esclavos se fueron espaciando a medida que se incorporaban nuevos grupos de yeguas.

Siguieron pasando los días, muchos, con la rutina de los entrenamientos, comidas, una vida muy monótona.

Una noche, después de la cena cuando se dirigían a sus cuadras para dormir, uno de los esclavos paro a Mery, le ofreció un terrón de azúcar que la yegua acepto gustosa. Agarro su cincha y la llevo al final de los establos, se pregunto que para la llevaba ya que el esclavo llevaba puesto el cinturón de castidad. La hizo entrar en una cuadra donde estaba ya la yegua que lo usaba, el esclavo le dijo: Mery esta noche dormirás acompañada, mientras que ponía un terrón de azúcar en su mano. Cerro la puerta y se marcho. Vio que la chica le ofreció una amplia sonrisa y por señas y relinchos, hizo que Mery se le acercara. La yegua acaricio con su cara a Mery, esta correspondió al saludo de la misma forma, no sabia por que pero sabia que debía hacerlo, aunque fuera por solidaridad con su compañera de infortunio.

Se tumbaron en la paja, juntas, la chica le ofreció un terrón de azúcar a Mery, ésta entendió por que el esclavo le había dado otro terrón a ella. Lo compartieron. Pasado un rato, Mery hizo lo propio con su terrón. Se acurrucaron una junto a la otra, Mery se sintió bien por primera vez desde que comenzó su infortunio. Le agrado notarse rodeada por unos brazos. Al rato la chica comenzó a acariciarla, desde la cabeza fue bajando a sus hombros, luego sus pechos. Los pezones se pusieron duros al instante. Mery estaba confusa, no era lesbiana, pero le gustaba lo que hacia su nueva amiga. No hizo nada, se dejo hacer. Bajo hasta su vagina, estaba mojada, la yegua relincho y sonrío. La masturbo. Al principio la anilla del clítoris molestaba pero al final también ayudo a excitarla. Cuando llego al orgasmo fue como una explosión, hacia mucho tiempo que no había tenido uno.

Cuando se recupero, la yegua se había separado un poco de ella, discretamente separadas sus piernas dejaba ver los labios de su vagina. No hizo nada para que Mery se lanzara, pero si daba señales para incitarla. Mery sabía que la chica esperaba que ella le masturbara, pero se debatía entre complacerla o sus reparos sobre el sexo entre chicas. Finalmente decidió complacerla, que demonios, se lo había ganado. Sus temores se disiparon cuando vio la cara de la pony. Durmieron poco esa noche, Mery recibio su primera comida de vagina y también hizo su primera comida.

El aburrimiento del entrenamiento empezó a hacer mella en las yeguas, pero como los criadores sabían muy bien como motivarlas, de vez en cuando las dejaban pasar una noche acompañadas, no siempre formando las mismas parejas. Así pasaron mas días o semanas o meses.

Un día en que estaban preparadas para el entrenamiento, no las sacaron de los establos. Cuando los demás grupos se marcharon, Mery y sus compañeras de secuestro, fueron cargadas en un remolque para caballos. Alice les anuncio que iban al patio de ventas, que esperaba ganar grandes sumas de dinero. Sus siguientes palabras fueron una bomba. "Cualquiera de ustedes que no sea vendida volverá aquí, hasta la siguiente venta, y si tampoco se vende, será eliminada. Así que es demuestren su entrenamiento y su mejor comportamiento.

Se quedaron en silencio durante el viaje, ninguna pensaba que quería morir, aunque a veces durante los últimos meses hubieran deseado estar muertas.

Las descargaron y llevaron a un corral donde las ataron a la espera de su turno en el estrado de venta. Una a una, las sacaban del corral, ninguna volvió, por lo que Mery lo tomo como una señal de que habían sido vendidas. Llegó el turno de Mery. El subastador comenzó a alabar sus virtudes, la preparación para la venta correcta. Hubo una conmoción en la parte de atrás, alguien gritaba. Su corazón dio un vuelco, ya que reconoció la voz de su compañera de piso Jill. El subastador estaba tratando de mantener la calma de todos, pero los gritos se hicieron más fuertes. Fue entonces cuando Mery se desmayo.

Cuando volvió en si, Jill estaba de pie sobre su amiga, preguntando ¿si estaba bien? "Sí creo que sí", respondió, aunque estaba cubierta de sudor. Entonces se dio cuenta de que podía ¡hablar! Miró a sus pies, sin cascos, miró hacia atrás, sin cola. Jill hablo de nuevo, "Me has asustado por que estabas gritando, '¡No quiero morir!". Una y otra vez. Golpeé la puerta, pero no obtuve respuesta. Por lo que entre, creo que estabas teniendo un mal sueño.

Mery sonrió, "No era un mal sueño. Fue una pesadilla horrible, angustiosa y sangrienta".

domingo, 25 de septiembre de 2011

LA RUBIA (III)

A la hora convenida del lunes, nos vimos en la maquina del café, había mas gente así que no pudimos hablar, pero la hice un gesto con la cabeza y ella asintió. Le mande un mensaje al teléfono para quedar en vernos por la tarde en el sitio habitual.

Confirmó su deseo de ser mi esclava, le hice que suplicara tal condición y como llevaba falda, cosa ya casi habitual, le ordene que se quitara las bragas allí mismo, en la mesa. Una vez que se las quito, me las dio y me quede con ellas. Hablamos de nuestras cosas. Entre ellas que fijaba un plazo de dos meses para probar y le recordé que una negativa supondría el fin, pero que siempre tendría esa posibilidad. Quedamos en una cita para el viernes en el mismo sitio.

No sé por que pero llevaba las bragas en el bolsillo, las tocaba y me excitaba. El miércoles le mande un msn para que fuera a la cafetería del edificio sobre las 16 horas, después de la comida se quedaba muy tranquila.

Cuando llegue estaba allí, tomando un café, yo pedí otro. Me lo tome y la hice un gesto para que me siguiera, como ya dije la discreción era fundamental en el trabajo. Espere fuera, cuando salió, camine por un par de pasillos y llegamos a un cuarto de mantenimiento del edificio, allí no iba nadie y menos a esas horas. Si mediar palabra, la apoye contra la pared. Comencé a tocarle los pechos y las nalgas. Saque las bragas de mi bolsillo y las metí en su boca. La gire y subí su falda, su culo estaba a mi vista, aparte la parte trasera del tanga, busque su vagina y la penetre. Fue un polvo rápido, solo me preocupe de mi placer, si ella llegaba bien y sino pues también. Cuando explote dentro de ella, Alicia no había culminado, pero si estaba muy excitada. Salí dejándola en el cuarto, no me importaba si quería masturbarse o no.

Fuimos teniendo sesiones en el club, al principio en privado y luego en publico, cosa que la ponía especialmente nerviosa. De vez en cuando incorporaba a otra esclava. Me confeso que eso la excitaba mucho. Incluso una vez hicimos una sesión con una Ama y su esclavo. Así fue pasando el periodo de prueba.

Cuando llego el momento quede con Alicia para saber si quería seguir, yo suponía que lo deseaba, pero nunca se sabe. Por supuesto que dijo que si, respondió que era mía sin condiciones. El tiempo que llevábamos juntos hizo que la conociera mejor y comprobé que era una mujer deseosa de avanzar en su sumisión. Se notaba que estaba contenta. Procure que no afectara a su trabajo pero se hicieron comentarios de que había cambiado algunos aspectos de la relación con sus trabajadores.

El siguiente fin de semana quede con ella a la salida del trabajo. La lleve a una tienda de tatuajes y piercing. El dueño era un conocido del club, mientras que nos atendía, me entretuve viendo los diferentes tipos de aretes para pezones. Pregunté a la rubia sobre si le gustaban algunos de los que vimos. Estaba intrigada y la curiosidad puedo con ella.

Me vas anillar los pezones –me preguntó-

No la conteste, pero mi silencio la hizo comprender cual era la respuesta.

Mi amigo nos saludó, le dije esta es la esclava de la que te hable, mientras había cogido el pirsing que quería para sus pezones. Le seguimos a la parte de atrás, disponía de una camilla divida en tres partes, uno de los extremos estaba bajado. Desnúdate y tumbate ordene a mi esclava. Lo hizo rápidamente. Fue atada con una correa por la cintura, sus muñecas a los bordes de la camilla y los tobillos a las patas de la camilla por que sus sexo quedo abierto y a la vista.

El profesional se lavó las manos y se puso guantes quirúrgicos. Luego higienizo los pezones y las aureolas con algún tipo de desinfectante. Alicia parecía tranquila, aunque su cara si manifestaba algún temor.

Me pido que le ayudara sujetando y estirando los pezones, mientras que él procedía a perforarlos. Por el gesto de la rubia, aprecie que debió dolerle, pero no grito. Apenas salieron un par de gotas de sangre. Metió la barrita y le puso las dos tuercas de las puntas. A continuación procedimos de la misma forma con el otro pezón.

La verdad es que eran bonitos y quedaban bien.

La deje reposar unos minutos, mientras que elija las anillas. Se las di al dueño del establecimiento. Me volvió a pedir ayuda. Cuando Alicia notó que le estiraba uno de los labios vaginales dio un respingo. La mire y estaba pálida. La agarre de una mano y se precedió a perforarle el labio. Dio un grito de dolor. Mi amigo le puso el anillo. Con el otro labio se le saltaron las lagrimas al perforarlo. En esta ocasión sangro un poco mas que con los pezones.

Salimos a la tienda, dejándola sola. Pague el servicio. Cuando volví la acaricie la cabeza y la cara, pero no le dije nada. La desate. Se incorporo. La acompañe ante un espejo para que se viera. Estas muy bella, le dije, te sientan de maravilla. No sé que decir, respondió, me ha pillado de sorpresa. Vístete la ordene.

La lleve a mi casa, durante el trayecto no hablamos, parecía que estaba pensando en lo que había ocurrido. Nos sentamos en el sofá.

Te voy a dar unas pautas de comportamiento –dije-

Sí, Señor.

Cuando estemos en tu casa o en la mía –la indique- estarás siempre desnuda.

Sin decir nada, comenzó a desnudarse. Muy sumisa y obediente, pense.

Di una palmada en el sillón y se sentó.

Puedo preguntarte una cosa, Señor.

Claro –respondí-

¿Alguna razón para que esté desnuda?, aparte de que es tu deseo.

Claro que la hay, esclava, eres preciosa y quiero disfrutar de ti en cualquier lugar o circunstancia, le respondí.

Hablamos de temas intrascendentes. Voy a por una cerveza –dije- ¿quieres una?

Si Amo –respondió- ¿pero no debería ser tu esclava la que fuera?

Tal vez, pero no quiero una esclava domestica, le respondí. Anda ve a por las cervezas le dije.

Cuando volvió tome mi cerveza y le dije que se arrodillara.

Te voy a enseñar la postura de descanso para cuando no tengas alguna tarea o yo te diga otra cosa –le comente-

Una vez arrodilla, apoya tus nalgas sobre los talones, rodillas juntas y las manos repósalas sobre los muslos. La vista baja, salvo indicación mía –le indique-

Terminamos las cervezas.

¿Alicia cuanto mides y pesas? –le pregunte-

1,66 y unos 59 kilos –respondió-

Tengo la impresión que te sobra dos o tres kilos.

Me levante y fui al baño a por una bascula. Tengo una digital de esas que hablan. La puse en el suelo y le ordene que se subiera. Peso 59 kilos y 120 gramos.

Tienes dos semanas –le dije- para pesar 57 kilos. Deberás mantener ese peso, ni perder ni engordar. Tienes un margen de oscilación de 100 gramos hacia arriba o abajo, ¿entendido rubia?

-Sí Señor –respondió-

Por cierto, por cada gramo que te pases recibirás un azote, incluyendo los 100 de margen que tienes, es decir si pesas 57,124, recibirías 124 azotes. ¿Te ha quedado claro?

Asentó con la cabeza.

Desde este momento tienes prohibido cualquier tipo de sexo obtenido por tu cuenta. Solo lo tendrás cuando yo te autorice. No dijo nada.

Fui a un armario y saque una cosa que había comprando sin que ella supiera nada. Le enseñe el contenido de la caja.

¿Sabes lo que es?

No Amo me respondió.

Ponte de pie -le ordene- Es un cinturón de castidad, se lo coloque mientras que le decía que como era una mujer caliente y fácilmente excitable, quería evitarle el problema de tener que confesarme que no había cumplido mi orden sobre el sexo. La explique que por su moderno diseño no tendría problemas cuando tuviera que usar el water ni para el aseo de la zona.

Por su cara supe que no le gusta nada la idea ni el cinturón.

Me senté en el sofá y ella se arrodillo como tenía que hacerlo. Al rato la hice señas para que viniera conmigo. Se sentó junto a mí y la abrace, apoyando su cabeza en mi. Esa tarde habían pasado muchas cosas y considere que debía mostrarme cercano y que supiera que estaba con ella.

Al poco tiempo estaba prácticamente tumbada, su cabeza en mis rodillas. Yo no podía dejar de mirarla. Tenia una media sonrisa, parecía contenta y una expresión luminosa. Me preguntó por que la miraba tan fijamente. Se lo dije.

Estoy contenta por todo lo que esta sucediendo –me respondió- Hoy me he sentido como una propiedad tuya, me has hecho lo que has querido y estoy contenta, tranquila, quizás feliz.

Hice que se incorporara, yo también me puse de pie. La di una palmada en el culo y le dije que se vistiera que nos íbamos a cenar. Se fue hacia donde tenia la ropa diciéndome

-Si mi Amo.

Era la primera vez que me llamaba asi.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

LARUBIA (II)


La semana siguiente comenzó normal, cada uno con su trabajo y yo dejando a Alicia tranquila. De vez en cuando nos cruzábamos por algún pasillo, y pensaba en lo perra que era, cosa que me excitaba. Recuerdo que el era miércoles y en uno de esos cruces observe que por encima del pantalón asomaba la cinturilla rosas de sus bragas. Al rato, aburrido de mi trabajo, pense en ella y se me ocurrió una pequeña broma, pero que quizás podía salir mal, ya que la rubia me había interesado de verdad. Cuando se me presentó la oportunidad, la deje una nota en su mesa. La decía ya sabes quien soy, esto es una prueba para que estés segura que sé quien eres. Si sigues interesada, deseo que me dejes tus bragas rosas, la indicaba el sitio donde debía ponerlas y también quiero que escribas en la parte de atrás "la perra".

Lo que hubiera dado por ver su cara al leer la nota, pero no podía. Paso delante de mí, camino del sitio que la había indicado. También la vi al regreso. Al rato fui yo y allí estaban las bragas, seguía interesada, pero me cuide de cogerlas. Al salir me tope con Alicia, nos dijimos hola y continúe mi camino, ella entró de nuevo. Pretendía averiguar quien era Amo-Mascara.

Transcurrió la tarde, salió de la oficina, su horario terminaba medio antes que el mío. Antes de irme a casa, recogí las bragas de la rubia. El texto lo había escrito en la parte de abajo. La semana termino sin mas novedades.

El día de la cita la hice esperarme media hora. Hola Alicia, la dije. Estaba resplandeciente, llevaba un bonito vestido, a medio muslo, con una raja en el muslo derecho, escote pronunciado y zapatos de tacón alto, pero sin exagerar.

Buenas noches Señor, me respondió. Yo llevaba la mascara puesta.

Como comprobaste, te dije la verdad sobre conocerte y además sabes de donde.

Si –respondió- no me gusto que fuera del trabajo, pero tu nota me gusto y me excito, no pude resistirme.

Parece que te excitas con facilidad.

Si Señor, me gusta el sexo, soy caliente y fácilmente excitable, me dijo.

Vamos, Alicia. Me dirigí hacia los reservados, me siguió un par de pasos detrás de mí.

En la estancia, la deje en el centro y me senté en el sofá que tenían todas. Me entretuve mirándola. Sin ser una mujer espectacular, era muy sexi.

Decidí que era el momento de que supiera quien era, le dije que me iba a quitar la mascara. Como desee Señor, contesto. Cuándo me vio la cara solo dijo, tú!!!. Nunca lo hubiera sospechado.

Tampoco yo esperaba que tú fueras una sumisa. Que sorpresas!!

Ahora tienes que decidir si sigues interesada o no.

Acaso lo dudas Señor –respondió-

Quítate el vestido, le dije. Debajo solo llevaba un tanga y los zapatos. Ahora exibete ante mí.

Me levante y me acerque a ella. A ver que tal es la mercancía, -comente- comencé a palpar su cuerpo. Tenia las carnes prietas, sobre todo las nalgas, se lo dije. Le rompí el tanga, llevaba el sexo rasurado completamente. Eso me agradó, ya dije que es como me gusta que las sumisas lo tengan.

Complaciente –dije-

Señor, comento, es como deseas que las sumisas tengan el sexo.

De unas argollas que había en el techo, colgaban unas cuerdas, le ate las manos y el otro extremo de las cuerdas lo ate en unas argollas de la pared, quedo con los brazos en alto y tocando el suelo con la punta de los dedos de los pies. Prefiero esta postura para azotar ya queda acceso a todo el cuerpo, en la clásica cruz en equis una parte queda a cubierto. Comencé suave con una fusta, tanteándola, subí la fuerza de los azotes pero espaciándolos. Quería probarla pero al mismo tiempo que sintiera dureza. Sus suspiros fueron cambiando a gritos con cada golpe.

Cuando lleva unos 20 azotes, pare. Pase la mano por sus labios vaginales, estaban mojados, en su cuerpo se apreciaban las marcas rojizas de la fusta. Comencé a masturbarla hasta que gimió.

Luego con una paleta trate sus nalgas, hasta que se pusieron bien rojas. Volví a su sexo, estaba aun más mojado que antes, seguí masturbándola hasta que vi que la faltaba poco para llegar, no le di oportunidad de pedir permiso para correrse.

La deje descansar un rato, luego la desate. Me gusta darles un beso o más bien lo que se llama un pico después de un tratamiento, cuando se comportan y Alicia sé estaba comportando, pero ella no lo sabia, así que se sorprendió cuando lo hice.

Le entregue las bragas rosas, ordenando que se las pusiera y que se arrodilla con el culo en pompa. El texto no quedaba muy bien, lo escribió con las bragas quitadas. Encima de la perra escribí Alicia, es decir, se le leía "Alicia la perra". Se lo comente, no dijo nada, aceptándolo. La puse un collar en el cuello con una cadena.

Ahora vamos a tomar un refrigerio en la sala.

Si Señor, contesto. Note cierto nerviosismo, debía ser la primera vez que la exhibían en publico de esta manera.

En tus bragas llevas escrito "Alicia, la perra", la dije, compórtate como tal.

Tire de la cadena y salimos de la habitación. No la obligue a ponerse a cuatro patas, aun.

Una vez en la sala, dimos una vuelta, me pare a hablar con algunos conocidos. Cada vez que esto ocurría, la rubia se arrodilla, apoyando las nalgas sobre los tobillos. Luego continuábamos el recorrido por el local.

Vi que la barra estaba vacía, me decidí a sentarme allí para tomar algo y así la perra quedaba mas a la vista de todos.

Pedí mi bebida y una especial para Alicia, que estaba sentada en el suelo. Cuando nos sirvieron, puse su plato lleno de leche en el suelo para que bebiera. Dudo, tardo un rato, pero se tomo la leche. Me encontré un amigo que me saludo, comentamos alguna cosa y me dijo bonita perra llevas, me felicitó por mi buen gusto.

Termine mi copa, a ella aún le quedaba leche, no me gusta esperar –le dije- Apuro el plato y me levanté. Comencé a caminar hacia la cueva. Alicia me siguió a cuatro patas sin que yo se lo indicara, evidentemente la deje. No sabia si era por lo de esperarla o por que sentía una perra, me daba lo mismo.

Lo primero que hice cuando llegamos fue incorpórala, pero de rodillas. Cogí una paleta corta de cuero, divida en dos.

Extiende las manos, juntas, las palmas hacia arriba –la indique-

La palmee fuerte, bien fuerte, hasta que lloro. Pare y la abrace para que se tranquilizara. Tu primer castigo, ¿sabes por que? –pregunte-

Por hacerte esperar, Señor –respondió-

Para que se relajara y volviera a excitarse, por que estaba dolorida, decidí que me hiciera una lamida de polla. Me senté en el sofá y la llame para que viniera.

Le indique que sacara mi pene de los pantalones. Quedo esperando, la mire los ojos y parecía que lo deseaba, la dije que me la metiera en su boca. Lo hizo delicadamente, con suavidad. Controle el tiempo y estuvo unos 20 minutos. La ordene parar y que fuera al centro de la sala.

Se disponía de una especie de potro, la ate. Su culo quedo bien expuesto. Me fije en su ano y vi que sin estar lo que suele decir abierto, si había sido usado.

La introduje un dildo en el culo. Use una palmeta en sus nalgas hasta que se pusieron coloradas. Luego pase a su cabeza, le metí la polla en boca y con una fusta, que es mas larga, seguí con sus nalgas mientras que me comía.

Al rato, me separe de ella y fui hacia su trasero. Comencé a mastúrbala mientras que la metía y sacaba el dildo de su ano. Luego la penetre. Cuando estuvo bien caliente la desate. La lleve a una mesa y la puse boca arriba. La penetre, dejándole el dildo en el culo. La acometía violentamente, pidió permiso para correrse, no se lo di. Aguanto. Explote dentro de ella. Al poco volvió a pedir permiso, ya se lo di. Eso si que fue una explosión. Cuando recuperamos algo la lleve a sillón y nos quedamos un rato descansando. Me solicito ser mi esclava, en exclusiva. Le dije que no, pero insistió. Le indique que lo pensara durante el fin de semana, que ahora estaba loca por el orgasmo y cosas parecidas y que el lunes en la oficina la esperaba sobre las once en la maquina del café para que me dijera lo que había decidido.


(continuara)

lunes, 5 de septiembre de 2011

LA RUBIA (I)





LA RUBIA
Lo primero decíros que soy un Amo con bastante experiencia, cerca de los cincuenta. Nunca me ha apetecido tener una esclava en exclusividad u dedicarme a ella. He preferido tener variedad aunque esto me ha provocado tener temporadas de poca actividad. Por esto cuando en mi ciudad surgió un club para los amantes del BDSM no dude en apuntarme. Con el tiempo me hice una buena reputación y desde entonces no he tenido problemas para satisfacer mis necesidades.
Para mantener un poco el misterio, en algunas ocasiones suelo usar una mascara, pero los habituales del club saben quien se esconde detrás de ella. Me conocían como el Amo de la mascara.

El centro dispone de una sala pública para realizar sesiones delante de espectadores, pero también posee salas privadas. Todo ello bien equipado, por lo que por una cuota mensual tengo acceso a las salas y al material, aparte del que desee llevar.
Una noche estaba allí, la mascara puesta, ya que había concertado una primera cita con una esclava.
Vi una caballera rubia que me resulto conocida, para mi sorpresa, descubrí que pertenecía a una mujer que trabaja en la misma multinacional que yo, en diferente departamento. Ella era una jefecilla, lo que suele llamar un mando intermedio, por fortuna no mandaba sobre mí, pero sus cosas si podían afectar a mi departamento y por tanto a mí y más de una vez había ocurrido.
Estaba tranquilo, no me iba a reconocer por la mascara ni por la voz.
Me tomaba una copa, mientras que esperaba la hora de mi cita, cuando vi que la rubia se acercaba a mí. Debo decir que las normas y reglas habituales del BDSM no se observaban a rajatabla en la zona de copas, que es como un PUB ya que es la forma de iniciar los contactos.
Cuando estaba junto a la mesa donde estaba, me dijo "El famoso Amo-Mascara. Buenas noches, Señor" Estaba claro que era una sumisa. Una nueva sorpresa que me deparaba la noche.
Buenas noches, respondí, poniendo todo lo que puede dureza en la voz y tratando de mostrarme distante.
Podemos hablar, me pregunto.
Sentí curiosidad, así que, le dije que podíamos.
Me comento varias cosas entre ellas que llevaba un par de años como sumisa y que acudía por el local desde hacia unos seis meses. Que había oído hablar sobre mí, bastante bien.
Seguimos charlando, la verdad era que empezó a gustarme. Me dijo que si me parecía interesante probarla como sumisa que estaba dispuesta. No me sorprendió ya que no era la primera vez que me ocurría.
Me vi en la necesidad de confesarla que la conocía, que sabia quien era y que se llamaba Alicia y que ella seguramente me conocía (o por lo menos le sonaría mi cara) pero no dije nada del motivo por el que la conocía, aunque insistió un poco, la corte en seco, como corresponde a un Amo. Contento que supiera su nombre no significaba que la conociera, podía haberlo escuchado en el club, pero que tampoco tenía motivos para dudar de mi palabra. Estaba yo enfrascado en la conversación, cuando oí que alguien me decía "Señor, son las doce de la noche, me presento ante usted, como me ordeno"
Ve a la sala tres y espérame, le respondí, por descontado que era la esclava que esperaba.
Ummm, dijo la rubia, tiene una cita, perdone por entretenerle.
No importa, respondí y me levante de la mesa.
Señor, dijo ella, ya se que es una sesión privada, pero me gustaría mucho verla.
No creo que sea conveniente, le respondí, recuerda que te conozco.
Usted ya conoce mi "secreto" da igual, sabe quien soy.
En eso tenia razón pero no quería que nos enredásemos a pesar de que la tenia ganas.
Estando en una sesión, puede ocurrir cualquier cosa y puedo usar a cualquiera que este en ella, le respondí, por si se amilanaba, pero deseaba que entrara conmigo. Estaba excitado como hacia tiempo que no lo estaba.
Me acompaño a la sala, le ordene que se sentara en un pequeño sofá que había y que no se moviera de allí.
Comencé a dominar a la esclava, entre azotes, ataduras, fustazos, en fin lo habitual. De vez en cuando miraba a la rubia, que gustaba ver su cara sonriente. Me di cuenta que tenia la mano encima de sus bragas. Esta excitada, pense. En ese momento tenia a la otra chica de desnuda y de rodillas. Se me encendió la bombilla de mi cabeza.
Me acerque a la rubia y le dije que subiera las piernas. Lo hizo de inmediato, apoyando sus pies en el borde, luego le separe las rodillas con la fusta.
Perra –dije- ven y come el coño de mi amiga.
La chica se puso a cuatro patas y comenzó a cercarse. La cara de Alicia cambio, me di cuenta de una cosa.
No has estado con una chica, le pregunte.
Asintió con la cabeza. No te oigo –grite- y ella confirmo con una voz algo tímida.
Algún problema, la espete.
Ninguno, Señor, respondió.
La esclava hizo lo que le había ordenado. Se aplico en su tarea, al poco Alicia comenzó a suspirar. Vi como le asomaba una parte del bello púbico, parecia algo arreglado, pero a mi me gusta que este completamente rasurado. Se lo dije a Alicia.
Al rato, le pregunte que hacia una sumisa cuando iba a tener un orgasmo. Pedir permiso, respondió. Bien, dije yo.
La esclava seguía lamiéndola. Al poco tiempo la rubia me pidió el permiso para correrse, por descontado que se lo negué, mientras que la perra seguía con la lengua en su vagina pero aminorando la intensidad. Era buena perra.
Separe a la esclava y seguimos con nuestras cosas. Alicia seguía mirándonos, me dio la sensación de que deseaba participar, pero no se atrevió a decirlo.
Termine con la esclava y volví a mandarla que comiera a Alicia. El resultado fue similar a la vez anterior. Al rato me pidió permiso para correrse y de nuevo se lo denegué. Le dije a la esclava que podía ir a la ducha.
Cuando nos quedamos solos, comente que yo también iba a ducharme. La rubia manifiesto su deseo de que habláramos y que me esperaba fuera. No me apetecía ese plan, así que la dije que si quería hablar seria el siguiente fin de semana y que cuando saliera de los reservados no deseaba verla en e local, que se marchara.
(continuara)