TARA Y LYLY
Primera parte
Esta historia la cuento por indicación de mi Ama, seguramente os parecerá rara, creo que lo es, pero en el sexo y la dominación hay algo de eso.
Mi Señora tiene 35 años, muy bien llevados, yo 25. Nos conocimos hace 4 y desde hace 3 soy su esclava que no sumisa, una esclava 24/7. Vivimos a media hora de la ciudad, en una casa de campo, tranquila y adecuada para nuestros gustos y practicas.
No recuerdo cuanto hace, pero si que es mucho tiempo, que mi Dueña me dijo que posiblemente iba a tener una compañera, una nueva sumisa, eso me inquieto pensando que podía perder mi sitio de único objeto de atención de mi Ama, pero desde luego no la dije nada. Me informó que era una antigua sumisa, anterior a mí, que ahora quería volver a ser suya. Esto me puso más nerviosa aun.
Llego el día en que teníamos que ver a la chica, fuimos a una cafetería, entre detrás de mi Dueña, como mandan los cánones del BDSM. Se dirigió a una mesa, donde había una mujer de unos 30, de larga melena y una bella cara. Nos sentamos, después de saludarla y pedimos un refresco.
Voy a resumir la conversación para no aburriros, tras escuchar a la antigua sumisa, mi Señora la contesto que tenia una esclava, mientras que me señalaba y que no estaba interesada en tener otra. La chica puso cara de decepción, le dijo que podía tener una segunda, que solo esperaba poder servirla y complacerla, yo sentía ganas de abofetearla, quien era ella para introducierse en mi mundo de esclava?????
Mi Ama la contesto que solo la interesaba como perra, a lo que ella contestó que precisamente eso era lo que era. Mi Señora se rió. No se refería a eso, lo que quería decir era que la precisaba como mascota, como perra, como animal, como pet girl. Quedaron en que tenia una semana para contestar a la propuesta.
A los dos días recibió mi Señora la contestación aceptando la propuesta de ser nuestra mascota. Le dio un plazo de una semana para que arreglara sus asuntos y que la recogería en la misma cafetería que habíamos quedado con anterioridad.

Una vez que termino la perra, bajamos para presentarnos ante nuestra Señora. Esta la ordeno arrodillarse, le puso un collar en el cuello y la dijo que su nuevo nombre de mascota era Lyly. También la indico que siempre andaría a cuatro patas, salvo que se le indicara que se incorporara. y sobre todo no debería hablar, solo ladrar, los animales no hablan. Le dijo que yo me ocuparía de ella en cuanto a comidas, lavado, sacarla a pasear y todas esas cosas. Luego engancho una cadena al collar, me la dio y me indico que ya la podía llevar a su sitio.
La lleve al sótano, le costo mucho trabajo bajar por la escalera, aunque tenia una entrada desde el jardín, decidí que siempre que pudiera la llevaría por la escalera. Había una zona prevista para ella, con una amplia jaula, una bañera y otros útiles. Le puse un antifaz, la dije que privada de visión, se le agudizarían los sentidos olfativo y auditivo. Quite la cadena y la hice entrar en la jaula, también le costo mucho entrar, disfrute viendo como sufría la asquerosa perra.
A la mañana siguiente como era sábado, mi Dueña y yo fuimos a ver a la mascota. Estaba dormida, de un fustazo la despertó mi Ama. En el suelo había un charco de liquido, de pis para ser exacta, la puta zorra se meo durante la noche, me toco recoger la meada y bañarla, estaba sucia y olía mal. Me enfurecí. Mi Señora le indico que tendría que aprender a controlar los esfínteres para hacer sus necesidades cuando y donde se le indicara (habíamos previsto una zona en el jardín para ello).
Comenzamos con su educación que consistía en que aprendiera a caminar e incluso a correr a cuatro patas, con el antifaz puesto para que desarrollara los otros sentidos, de vez en cuando la hacíamos correr erguida por aquello de que no se atrofiaran algunos músculos.
Todos los días la bañaba, con agua fría, sin importar la temperatura, tenia que prepararle la comida, procuraba darle platos preconizados, sin calentar para que fuera más desagradable. En fin hacia todo lo posible para fastidiarla, casi podía decir la odiaba.
La perra no tenia sexo, no nos iba la "zoo", bueno a decir verdad, la sorprendí varias veces masturbándose cuando creía que no la veíamos, por lo que le dije a mi Ama que quizás seria bueno ponerla un cinturón de castidad y así se le quitaría la manía de hacer eso. Mi Señora me indicó que yo era la cuidadora y que si lo creía conveniente que lo hiciera. Una noche, cuando la llevaba a su jaula le dije que tenia una fea costumbre, que eso de tocarse no estaba bien y que para se le quitara la manía le iba poner algo para evitarlo, le enseñe el cinturón, sabia lo que era y por su cara supe que no le gusta la idea, eso me alegro. Se lo puse y así quedo imposibilitada.
Fue pasando el tiempo, se adapto bien a su condición de mascota, corría a 4 patas, olía todo, y casi no le ponía el antifaz. Estando yo en casa, estaba siempre conmigo, donde iba, ella iba. La dejaba que nos viera a mi Dueña y a mi cuando teníamos relaciones tanto BDSM como cuando solo era sexo. Nunca hizo nada desagradable, le gustaba estar a mis pies cuando veíamos la televisión por ejemplo, y le encantaba que la rascara el cogote, ella me lamía los pies.
Poco a poco fui cambiando con ella, ya no le daba la comida directamente de la lata, incluso le daba comida de la nuestra. El agua de la lavarla se la fui templando y comenzó a disfrutar del baño, era el único momento en que le quitaba el cinturón de castidad y parece que le gustaba el roce de mi mano enguatada por su culo y vagina, aunque por supuesto nunca la masturbe.
Parecía feliz, de vez en cuando, la daba alguna chuchería, lo agradecía dando saltitos y ladridos de placer. Todo el tiempo que yo podía, lo pasaba con ella, comencé a quererla, pero como mascota. Cada vez era mas perra y menos mujer. Pensaba a menudo que no tenia mala vida, todo resuelto, sin preocupaciones por el dinero, ni por trabajo ni por nada, solo sin sexo, pero esto también lo llevaba bien. Después de un baño, no la puse el cinturón, le dije que esperaba no tener que volver a usarlo, me lamió las manos, sus ojos mostraban alegría y agradecimiento.
Continuara.
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